LUIS PALAU - [ Politica y Religión ]

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¿America latina se vuelve protestante?
Las políticas del crecimiento Evangélico

El Billy Graham de América Latina

Por temor a otra Cuba, muchos evangélicos dieron la bienvenida a las dictaduras de la derecha que, durante las décadas de 1960 y 1970, tomaron gran parte de América Latina. A pesar de que algunos protestantes se unieron a los católicos para denunciar las violaciones a los derechos humanos, muchos otros defendieron a los gobiernos militares. Los consideraban un mal menor, algo necesario para proteger la libertad de la iglesia. Cuando las jerarquías católicas rehusaron bendecir a las dictaduras militares, los evangélicos prominentes estuvieron listos para proporcionarles su propia marca de legitimidad. A cambio, los gobiernos autoritarios les dieron plena libertad para diseminar su versión del evangelio, algunas veces con acceso libre a la radio y la televisión.

El evangelista latinoamericano más conocido cobró atención en esta forma, durante los años setenta, a través de intensas campañas de comunicación llevadas a cabo con la ayuda oficial. Luis Palau (1934-) provenía de una familia empobrecida de la burguesía provincial de Argentina, en donde cobró la atención de los Ministerios O.C. Como parte de su esfuerzo por entrenar a líderes latinoamericanos, O.C. lo llevó hacia los Estados Unidos, un país que le gustó tanto que se casó allí y adquirió su ciudadanía.{74} Sin embargo, Palau regresó a América Latina con Cruzadas de Ultramar, para dedicarse al Evangelismo a Fondo, captando la atención pública en manifestaciones y a través de los medios de comunicación, mientras que las iglesias movilizaban a sus miembros de puerta en puerta.

Admirador de Billy Graham, Palau imitó sus métodos y tuvo el éxito suficiente como para independizarse en 1978. Siendo la personalidad evangélica más atractiva disponible, dio un enfoque latino al [151] último estilo norteamericano, el evangelismo orientado hacia el mercado. Sus reuniones fueron diseñadas, sobre todo, para la televisión. En una cruzada en 1982 en Guatemala, por ejemplo, la audiencia llenó únicamente parte del estadio. Por consiguiente, los organizadores sentaron a la multitud detrás del evangelista, para dar a las cámaras en el campo de juego la impresión de una casa llena. Cuando Palau agitaba la Biblia sobre su cabeza, lo hacía hacia los lentes de la cámara y no hacia el público presente.

Al igual que otros evangelistas, Palau dijo que quería evitar la política. Pero aquello no impidió que hiciera amistad con las autoridades, tal vez debido a que el gobierno mexicano canceló una de sus primeras cruzadas.{75} Al igual que Billy Graham hizo hincapié en testificar su fe ante los presidentes –Alfonso López Michelsen en Colombia, Alfredo Stroessner en Paraguay, Ríos Montt en Guatemala, Fernando Belaúnde en Perú– con la esperanza, entre otras cosas, de recibir espacio gratuito en los medios de comunicación oficiales. Cuando tenía éxito, Palau visitaba al presidente, dirigía un desayuno de oración para él, transmitía su programa y sus asambleas a través de cadenas oficiales, y pedía a la nación que se arrepintiera. Debido a su estilo aparentemente no sectario, las autoridades católicas generalmente no le ponían obstáculos. Parece que no sabían que su objetivo era «ver a tres repúblicas latinoamericanas convertirse en predominantemente evangélicas durante su vida.»{76}

Los peligros de intercambiar bendiciones por espacio en las cadenas oficiales se manifestó en Bolivia. Allí, el bien conectado Instituto Lingüístico de Verano lo presentó a dos dictadores militares, Hugo Banzer (1971-1978) y Juan Pereda Asbun (1978). Realizó desayunos en los que oró por ellos, y a través de la radio y la televisión del gobierno, exhortó a los bolivianos a obedecer a las autoridades, ya que éstas habían sido ordenadas por Dios. Bajo un tercer dictador, Luis García Meza (1980-1981), el llamado de Palau para un «nuevo énfasis en la moralidad» fue auspiciado por un régimen que no solo era muy violento, sino que además se dedicaba al tráfico de la cocaína.{77} Alrededor de esta época, a pesar de la promesa de la administración de García Meza por realizar un examen bíblico nacional, el modus operandi del evangelista comenzó a causar desasosiego entre algunos de sus hermanos. [152]

Palau fue sensible frente a tales críticas, lo que hizo más difícil financiar el costoso tiempo de transmisión. Debido a que le disgustaba solicitar dinero a su audiencia como lo hacían los sanadores por la fe, se dirigió hacia las fundaciones evangélicas, como la Asociación Evangelística de Billy Graham, así como a los líderes cristianos de empresas en Estados Unidos. Con sólo 1,88 millones de dólares de rédito en 1983, 2,56 millones en 1984, y una frustrante caída a 2,48 millones en 1985,{78} su organización también dependía del apoyo de las iglesias latinoamericanas.

No obstante, los líderes latinoamericanos comenzaron a evitar los compromisos necesarios. Su campaña Continente 1985, con base en Puerto Rico, se desinfló cuando los evangélicos locales dijeron que necesitaban más tiempo para prepararse. Debido a la falta de compromiso en Puerto Rico, un espectáculo televisado tuvo que ser cancelado, y una transmisión vía satélite fue reemplazada por un vídeo.{79} Aún antes de este fracaso, Palau parecía haber sido eclipsado por otros evangelistas. Aparte del impedimento de no ser pentecostal, sus finanzas eran muy inferiores a las de una figura como Jimmy Swaggart, que utilizaba películas de sus cruzadas latinoamericanas para cosechar donaciones de los televidentes norteamericanos, parte de las cuales se invertía en las nuevas cruzadas.

Para apelar a los donantes norteamericanos, Palau utilizaba algunas veces el miedo al desorden social y al anti-americanismo y la necesidad de salvar a los perdidos. Parecía disfrutar de los ataques de los marxistas, como si éstos le ayudaran a validar su mensaje y a atraer a la multitud. Contaba las historias acostumbradas de los evangelistas, de cómo su mensaje había triunfado sobre el comunismo, convirtiendo a una guerrilla enviada para asesinarlo e impidiendo una revolución en el Ecuador. La única ideología que podía detener al marxismo leninismo, afirmaba, era el cristianismo evangélico.{80}

Sin embargo, Palau no era un campeón de la derecha religiosa, al menos no en el sentido norteamericano. Durante una convención de la Asociación Nacional de Evangelistas (NAE) en 1986, Palau sirvió como vocero para los moderados que se habían puesto en contra de la patriotería de los Difusores Religiosos Nacionales de la NAE.{81} Una razón fue [153] que la belicosidad de los derechistas norteamericanos provocaba denuncias en su contra. Cuando llegó para una cruzada, no le gustó ser recibido con periódicos acusándolo de ser un «predicador de Reagan». A pesar de que protestó contra tales calificativos, las reacciones latinoamericanas a la propaganda de la derecha religiosa lo pusieron a la defensiva.{82}

En los mensajes de sus campañas, Palau se alejaba de la política, centrándose más bien en asuntos de moral personal como la drogadicción y la irresponsabilidad paterna. Durante Semana Santa, un tiempo para el arrepentimiento en América Latina, intentó aprovecharse de cualquier sentimiento de culpabilidad que los católicos podían haber adquirido durante el anterior libertinaje de Carnaval.{83} Para llevar a una persona hacia Dios, explicó Palau, era necesario provocar una crisis en su vida espiritual.{84} Su discurso se centraba en cómo cambiar una vida desordenada y pecaminosa y cómo mantener la unidad familiar. Pero también se valía del sentido de crisis en América Latina para proclamar una nota apocalíptica, como si la historia fuera una competencia entre el caos inminente y la oportunidad de redención a través de la fe religiosa. Palau apelaba a la búsqueda de orden durante una época de rápido cambio, y prometía que la solución a los problemas personales también sería la solución para los de América Latina. Decía que si el suficiente número de personas llevaba sus vidas por el camino recto, América Latina podría ver un nuevo día.

Notas

{74} Palau 1983: 169.
{75}
Tucker 1983: 452.
{76}
Ibid., p. 449.
{77}
«Bolivian Government Puts New Emphasis on Teaching Morality», Briefing (Cruzada Luis Palau), enero-marzo de 1981. Luis PaIau, «The Lord's Chess-board», In Other Words, verano de 1981, pp. 15-17.
{78}
Cruzada Luis Palau, «Audited Financial Statements», 30 de septiembre de 1984, y 31 de diciembre de 1985.
{79}
«Easter Gospel Messages Shake Hispanic World», Briefing, nº 2, 1985, pp. 2-5.
{80}
«Palau Power in Latin America», Time, 7 de noviembre de 1977, p. 123.
{81}
Randy Frame, «NAE: Trying to Avoid a Midlife Crisis», Christianity Today, 4 de abril de 1986, pp. 34-35.
{82}
Para una copia de la conferencia de prensa de Palau, en Argentina, en 1986, véase Silletta 1987: 39-46.
{83}
Carta para obtener fondos, 1º de noviembre de 1984.
{84}
Palau 1983: 179

Fuente: David Stoll • ¿América Latina se vuelve protestante? • Las políticas del crecimiento evangélico • Edición digital autorizada por el autor, publicada en agosto de 2002 por nódulo

http://www.nodulo.org/bib/stoll/alp.htm

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¿Quién es Luis Palau?


Luis Palau

"Cuando hay un violador en el barrio y llamamos a la policía y la policía viene y le pega, no decimos ‘uh, pobre violador, cómo le pegan’. Por el contrario, nos alegramos de que la policía actúe. Bueno, yo veo la intervención norteamericana en Irak desde ese punto de vista, desde el punto de vista de la seguridad”.

En enero de 2004, Luis Palau le dijo estas palabras a Fernando Carnota en la mañana de radio Mitre. Y no era la primera vez que este predicador estelar le daba oxígeno a la violencia de Estado amparada en las derechas militares.

Palau, que nació en 1934 en Ingeniero Maschwitz pero vive en los Estados Unidos desde 1961, ya había apoyado a las dictaduras latinoamericanas de los 70, a la regresión cultural reaganeana de los 80, a Bush padre en los 90 y a Bush hijo desde que asumió en enero de 2001.

Ya en una nota de la revista Time del 7 de noviembre de 1977, bajo el título “Palau Power in Latin America”, el señor que ahora sonríe desde los afiches en las calles de Buenos Aires sostenía que la única ideología que podía detener al marxismo en la región era el cristianismo evangélico. Debió ser esa idea la que lo había llevado, en 1974, a darse la mano con Hugo Banzer, el dictador más feroz en la historia de Bolivia, y a repartir juntos un millón de ejemplares del Nuevo Testamento con la banderita tricolor en la solapa. El plan era cristianizar a los bolivianos, y Banzer y Palau hicieron equipo. Por esos días, Banzer dejó para la historia de la retórica latinoamericana una frase de colección: “Dios es nacionalista”, dijo. Supongo que Palau estaba allí para certificarlo.

En junio de 1982, el general José Efraín Ríos Montt se convirtió en el primer dictador evangélico al tomar el gobierno en Guatemala. No estuvo en el poder más de un año, pero se hizo tiempo para convertir a diez mil guatemaltecos en diez mil detenidos-desaparecidos y, también, para recibir con honores a Luis Palau. Juntos celebraron, el 28 de noviembre de 1982, los cien años de la Iglesia protestante de Guatemala. Lo hicieron frente a medio millón de chapines en el Campo Marte, junto a la Escuela Politécnica del Ejército, lugar señalado después por la Comisión de Esclarecimiento Histórico-CEH como centro clandestino de torturas. Montt pertenecía a la Iglesia del Verbo, una obra pentecostal con base en California. Y Palau, que venía de un país con prensa libre, que necesariamente sabía lo que los diarios contaban sobre las sangrientas dictaduras de la región, vio de todas formas en el general la encarnación de la conciencia moral cristiana que, a su juicio, América Latina estaba necesitando.

En octubre de 2002, con el objeto de conmemorar el mes de la Herencia Hispana, se reunieron en la sala Este de la Casa Blanca Emilio y Gloria Estefan, el simpatiquísimo animador de Univisión Don Francisco, la estrella del pop cristiano Jaci Velásquez, el balsero Mel Martínez –que de chiquito zafó de los tiburones y después se hizo funcionario republicano– y otros latinos triunfadores como los que suele producir el generoso estado de Florida. Eran épocas de ántrax y psicosis. Así que Palau, que también estaba, oró. Después recibió el saludo de Bush.

No sería su única vez en la Casa Blanca: nunca un nativo de la provincia de Buenos Aires fue tantas veces y tan bien recibido por un presidente de los Estados Unidos. Palau fue seis veces más invitado personal de mister president. Bush ha sido, para la derecha religiosa en general y para Luis Palau en particular, una buena noticia. Por eso, cuando le pregunté por el presidente norteamericano más cuestionado de la historia, Palau prefirió definirlo como un cristiano equilibrado y normal. Me lo dijo así: “(George W. Bush) es un hombre de alta educación, de familia culta y de experiencias económicas amplias. Definitivamente no es un extremista. Más bien es un hombre de convicción espiritual como cualquier cristiano equilibrado y normal”.

Detrás de la sonrisa de abuelo que administró bien sus fondos de inversión, detrás de las canciones y los festivales con globos de colores, hay un tipo bastante menos luminoso de lo que sus afiches sugieren. Los afiches, ahora, colman Buenos Aires: paredes, carteleras, colectivos. Ahí va la carita de Palau, en el lateral de un interno de la línea 45, junto a su propuesta básica: “Sí a la vida”. Es una idea.

Fuente: http://www.criticadigital.com.ar/

http://orgsn.blogspot.com/2008/03/quin-es-luis-palau.html



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